Sat Nam!!
Sexto día, ya he superado la mitad del tiempo completo en la postura. Hoy han sido 15 bellos minutos con los mismos apoyos que ayer, pero cruzando la pierna y el brazo contrarios en primer lugar. Puedo decir que lo he llevado muy bien, ni punto de comparación con lo duro que fue ayer.
No me deja indiferente que pueda llegar a experimentar tanta paz y armonía en una postura tan complicada...Incluso me da reparo decirlo, pero es la verdad. Por unos momentos me he imaginado que me encontraba de nuevo en el vientre de mi madre, con un profundo sentimiento de conexión y completamente a salvo de cualquier adversidad. He sentido mucho amor y gratitud, disfrutando de cada aliento con el que mi cuerpo se iba abriendo más y más en la postura. Cuando ha sonado el temporizador no me quería mover... pero he tenido que hacerlo para continuar con mis obligaciones.
Por lo visto yo tampoco quería venir a este mundo. Me refiero a que mi madre rompió aguas un 20 de agosto y no comenzó a sentir las contracciones de parto hasta pasados dos días. Hace poco pude volver a experimentar mi nacimiento en una meditación guiada de rebirthing. Reviví toda esa ansiedad, miedo y angustia de mi madre en esos momentos, imposible que ella dilatara en esas condiciones. La sedaron, ella estaba perdida y asustada, yo podía sentirlo y no quería salir de su vientre. El equipo médico utilizó fórceps y la comadrona hasta llegó a ponerse encima de mi madre para empujarme hacia abajo desde sus costillas. Una auténtica salvajada. Fueron largas horas de aberraciones hasta que finalmente me sacaron, herniada, amarilla y con dificultades respiratorias. Después de la traumática experiencia que supuso para ellos, mis padres tuvieron que oír a los médicos decir que estaría en observación durante 48 horas, pues aunque mi vida no corría peligro, no podían asegurar si había sufrido algún tipo de daño cerebral por falta de oxígeno. Lo que sí se aventuraron a confirmar es que me habían provocado una hernia con los fórceps que iba a dificultar mi crecimiento. Pasados dos días, los médicos descartaron cualquier daño en el sistema nervioso, aunque si alertaron a mis padres a cerca de esa hernia inguinal con la que había nacido y como tenían que actuar en caso de que se saliera.
Contra todo pronóstico fui una niña fuerte y robusta que crecía sin dificultad. Pasé varios años de mi infancia con problemas cada vez que hacía un sobreesfuerzo, entonces mi madre o quien hubiera conmigo tenía que hacerme un masaje en la ingle hasta que ese bultito volviese a su lugar, hacia dentro. Más tarde aprendí a hacerlo yo misma... hasta que un día dejó de molestarme, fue como si la hernia se hubiera curado sola. Lo que no se curó tan facilmente fue mi carácter. Los acontecimientos traumáticos que rodearon a mi gestación (una hermana de mi madre se suicidó lanzándose al vacío desde un noveno piso con a penas 18 años) y un parto violento hicieron que mi Ser entendiera que este mundo al que venía era muy hostil, lleno de peligros y amenazas. Se formaron circuitos neuronales de defensa en mi celebro para contrarrestar esa hostilidad, dándome una visión de la existencia de pura lucha y supervivencia. Me recuerdo siempre haciendo las cosas con tesón, dándolo todo, incluso de bien pequeñita, como si tuviera que demostrar algo a alguien.
Gracias a Dios ya hace tiempo que comprendí que no necesito demostrar nada, ni debo hacer nada para ganarme la vida, ésta ya me la gané el día que nací, es mi derecho de nacimiento. Ahora solo me queda volver a casa, sanar mis heridas, liberar todo ese enojo y compartir mis experiencias para que sean de utilidad a otros.
Hoy he vuelto a tener síntomas de infección de orina. De confirmarse, sería la segunda vez en menos de tres meses. Las mujeres solemos acumular nuestra tensión en los ovarios, y algunas veces se traduce en dolencias como esta...
No me deja indiferente que pueda llegar a experimentar tanta paz y armonía en una postura tan complicada...Incluso me da reparo decirlo, pero es la verdad. Por unos momentos me he imaginado que me encontraba de nuevo en el vientre de mi madre, con un profundo sentimiento de conexión y completamente a salvo de cualquier adversidad. He sentido mucho amor y gratitud, disfrutando de cada aliento con el que mi cuerpo se iba abriendo más y más en la postura. Cuando ha sonado el temporizador no me quería mover... pero he tenido que hacerlo para continuar con mis obligaciones.
Por lo visto yo tampoco quería venir a este mundo. Me refiero a que mi madre rompió aguas un 20 de agosto y no comenzó a sentir las contracciones de parto hasta pasados dos días. Hace poco pude volver a experimentar mi nacimiento en una meditación guiada de rebirthing. Reviví toda esa ansiedad, miedo y angustia de mi madre en esos momentos, imposible que ella dilatara en esas condiciones. La sedaron, ella estaba perdida y asustada, yo podía sentirlo y no quería salir de su vientre. El equipo médico utilizó fórceps y la comadrona hasta llegó a ponerse encima de mi madre para empujarme hacia abajo desde sus costillas. Una auténtica salvajada. Fueron largas horas de aberraciones hasta que finalmente me sacaron, herniada, amarilla y con dificultades respiratorias. Después de la traumática experiencia que supuso para ellos, mis padres tuvieron que oír a los médicos decir que estaría en observación durante 48 horas, pues aunque mi vida no corría peligro, no podían asegurar si había sufrido algún tipo de daño cerebral por falta de oxígeno. Lo que sí se aventuraron a confirmar es que me habían provocado una hernia con los fórceps que iba a dificultar mi crecimiento. Pasados dos días, los médicos descartaron cualquier daño en el sistema nervioso, aunque si alertaron a mis padres a cerca de esa hernia inguinal con la que había nacido y como tenían que actuar en caso de que se saliera.
Contra todo pronóstico fui una niña fuerte y robusta que crecía sin dificultad. Pasé varios años de mi infancia con problemas cada vez que hacía un sobreesfuerzo, entonces mi madre o quien hubiera conmigo tenía que hacerme un masaje en la ingle hasta que ese bultito volviese a su lugar, hacia dentro. Más tarde aprendí a hacerlo yo misma... hasta que un día dejó de molestarme, fue como si la hernia se hubiera curado sola. Lo que no se curó tan facilmente fue mi carácter. Los acontecimientos traumáticos que rodearon a mi gestación (una hermana de mi madre se suicidó lanzándose al vacío desde un noveno piso con a penas 18 años) y un parto violento hicieron que mi Ser entendiera que este mundo al que venía era muy hostil, lleno de peligros y amenazas. Se formaron circuitos neuronales de defensa en mi celebro para contrarrestar esa hostilidad, dándome una visión de la existencia de pura lucha y supervivencia. Me recuerdo siempre haciendo las cosas con tesón, dándolo todo, incluso de bien pequeñita, como si tuviera que demostrar algo a alguien.
Gracias a Dios ya hace tiempo que comprendí que no necesito demostrar nada, ni debo hacer nada para ganarme la vida, ésta ya me la gané el día que nací, es mi derecho de nacimiento. Ahora solo me queda volver a casa, sanar mis heridas, liberar todo ese enojo y compartir mis experiencias para que sean de utilidad a otros.
Hoy he vuelto a tener síntomas de infección de orina. De confirmarse, sería la segunda vez en menos de tres meses. Las mujeres solemos acumular nuestra tensión en los ovarios, y algunas veces se traduce en dolencias como esta...
No es nada agradable, he tenido una sensación de malestar en todo el cuerpo y me he sentido debilitada durante todo el día... hasta que finalmente he encontrado una terapia para mi dolencia: asanas para trabajar el segundo chakra, respiración de fuego y Sat kriya... ¡Cómo nueva!
Después de estos ejercicios tan revitalizantes y una nueva energía en mi ser, he disfurtado enormemente de mi cita con el loto atado.
Mañana iré al médico de todos modos, soy consciente que una infección debe ser tratada con antibiótico... lo que debo remediar es que se vuelva a repetir. Creo haber encontrado el foco de esa rabia contenida que se acumula en mis ovarios.
Ya os contaré, ahora una deliciosa cena me he espera.
QUE EL ETERNO SOL TE ILUMINE, EL AMOR TE RODEE Y LA LUZ PURA INTERIOR GUÍE TU CAMINO. SAT NAAM.
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